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Sergio Campos Cacho
 ©Marta James Rodríguez
©Marta James Rodríguez

Sergio Campos Cacho

Sergio Campos Cacho (Soria, 1976). Vive en Alemania desde hace más de veinte años. Trabaja como bibliotecario y ha publicado artículos y reseñas en Revista de Libros, Claves de Razón Práctica o Turia. Ha colaborado con Arcadi Espada en el libro En nombre de Franco (Espasa, 2013) y es autor de En el Muro de Berlín. La ciudad secuestrada (1961-1989) (Espasa, 2021). Después de preparar la edición de las obras de Enrique Castro Delgado, está ultimando la biografía de este renegado comunista.

Violencia roja antes de la Guerra Civil
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Violencia roja antes de la Guerra Civil

Sergio Campos Cacho | José Antonio Martín Otín

Una historia que desmiente el relato republicano sobre el inicio del Terror Rojo.

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Sinopsis de Violencia roja antes de la Guerra Civil

Habían llegado al poder en las elecciones de 1936 y lo de menos era cómo. Si hubo fraude, solo sería asunto para historiadores meticulosos mucho tiempo después. Mientras, la revolución proletaria. Lo que repetía Largo en los mítines o escribía Araquistáin en Leviatán, anunciando que la reacción fascista al progreso se aplastaría como fuese, dejaba dudas: podía ser verdad, podía ser retórica. Pero ellos no dudaban, vivían en la certeza: eran las MAOC, la vanguardia de la vanguardia del Frente Popular; nadie les iba a parar.

Las Milicias Antifascistas Obreras y Campesinas reunían desde 1933 a los grupos paramilitares y parapoliciales marxistas. No actuaron como una banda de criminales exaltados, sino como una incipiente milicia política de carácter leninista cuyo objetivo era la Revolución y su estrategia para conseguirla, el Terror.

En abril de 1936 ocuparon el asilo de niñas de la calle de Antillón de Madrid con el permiso de las autoridades republicanas. Sus sótanos fueron utilizados para llevar a cabo prácticas de tiro y de tortura. En la salida de Madrid, cruzado el río por el Puente de Segovia, acababa de nacer, en tiempo de «paz», la primera fábrica de Miedo.

No hay víctimas sin verdugos. En estas páginas conviven unas y otros con un único fin: que la dignidad perdida a través del crimen reviva mediante el recuerdo y la fijación precisa y exhaustiva de los hechos.

Habían llegado al poder en las elecciones de 1936 y lo de menos era cómo. Si hubo fraude, solo sería asunto para historiadores meticulosos mucho tiempo después. Mientras, la revolución proletaria. Lo que repetía Largo en los mítines o escribía Araquistáin en Leviatán, anunciando que la reacción fascista al progreso se aplastaría como fuese, dejaba dudas: podía ser verdad, podía ser retórica. Pero ellos no dudaban, vivían en la certeza: eran las MAOC, la vanguardia de la vanguardia del Frente Popular; nadie les iba a parar.

Las Milicias Antifascistas Obreras y Campesinas reunían desde 1933 a los grupos paramilitares y parapoliciales marxistas. No actuaron como una banda de criminales exaltados, sino como una incipiente milicia política de carácter leninista cuyo objetivo era la Revolución y su estrategia para conseguirla, el Terror.

En abril de 1936 ocuparon el asilo de niñas de la calle de Antillón de Madrid con el permiso de las autoridades republicanas. Sus sótanos fueron utilizados para llevar a cabo prácticas de tiro y de tortura. En la salida de Madrid, cruzado el río por el Puente de Segovia, acababa de nacer, en tiempo de «paz», la primera fábrica de Miedo.

No hay víctimas sin verdugos. En estas páginas conviven unas y otros con un único fin: que la dignidad perdida a través del crimen reviva mediante el recuerdo y la fijación precisa y exhaustiva de los hechos.

Bibliografía de Sergio Campos Cacho

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